La sanguina es una variedad de naranja mediterránea, característica por el color rojizo de piel y pulpa, y cada vez más apreciada y utilizada en cocina y repostería. Su producción necesita de fuertes contrastes de temperatura entre el día y la noche, por lo que su temporada es corta y suele acabar a principios de primavera.
Su equilibrio entre dulzura y acidez, junto al toque amargo de la piel, la hacen especial protagonista de mermeladas y helados. Aquí hemos añadido una nota de jengibre para darle más alegría.
Y un apunte "científico": las antocianinas, pigmentos responsables del color, tienen propiedades antioxidantes y aportan beneficios a nuestra salud.
Y si os gustan estos preciosos bollitos que acompañan la mermelada, y que no son otra cosa que muffins ingleses, podéis ver la receta haciendo clic aquí.
Ingredientes
- 2 kg de naranjas sanguinas
- 750 g de azúcar
- 1 limón
- jengibre (un trozo de 3 o 4 cm, al gusto)
- 3 litros de agua mineral
Preparación
Limpiar y lavar bien las naranjas, frotando la piel con un estropajo limpio para eliminar cualquier tipo de residuo que pudieran tener.
Pelar las naranjas de manera que la piel incorpore la mínima cantidad posible de parte blanca. Cortarla en juliana muy fina. Exprimir las naranjas y reservar el zumo y la pulpa por separado. Recuperar las semillas y con un poco de gasa o muselina formar un saquito y reservar también.
Rallar un trozo de jengibre y reservar.
Colocar las medias naranjas peladas y exprimidas en una cazuela al fuego y cubrirlas con agua. Cuando rompa a hervir dejar cocer unos 15 minutos para que se ablanden. Retirar del fuego y dejar enfriar.
Escurrirlas y reservar el agua. Sacar la pulpa del interior y desechar la piel blanca.
Durante el proceso hervir aparte la piel cortada en juliana. Colocarla en una cazuela, cubrirla de agua, taparla y dejarla cocer a fuego lento hasta que la piel pueda deshacerse entre los dedos. Escurrir y reservar solo las pieles.
En una cazuela grande colocar el agua de la cocción de las naranjas (3 l aproximadamente). Añadir la pulpa, el saquito con las semillas, la piel en juliana y el jengibre.
Ponerla la fuego y llevarla a ebullición. Cuando empiece a hervir añadir el azúcar, e ir removiendo hasta que se disuelva bien. Dejar cocer, destapada y a fuego fuerte, unos 15 minutos.
Añadir el zumo de las naranjas reservado y el zumo de un limón. Continuar la cocción unos 10 minutos más, removiendo para que no se pegue. Durante el proceso se formará espuma en la superficie, cuando ésta desaparezca es el momento de comprobar la consistencia de la mermelada, sabremos que está a punto cuando llegue a la temperatura de 104ºC. Si no tenemos termómetro está a punto cuando las burbujas que se forman son grandes y lentas y podemos oír el "blop, blop".
Si está demasiado líquida, mantener la cocción unos minutos más para que se evapore líquido ( tener en cuenta que al enfriar espesará un poco más). Apartar del fuego cuando tenga el punto, retirar el saquito con las semillas y dejar reposar un par de minutos antes de llenar los botes.
Mientras se va cociendo la mermelada esterilizar los tarros donde la conservaremos y sus respectivas tapas. Puede hacerse en el horno: tenerlos durante 20 minutos aproximadamente a 120ºC, o se pueden hervir en agua durante 10-15 minutos, pero luego hay que dejar que se sequen del todo.
Distribuir en los tarros que tenemos preparados, cerrar inmediatamente y colocarlos boca abajo. Para esterilizarlos, y que se conserven con garantías, colocarlos en una olla y cubrirlos de agua, llevarla a ebullición a fuego medio y mantener durante 30 minutos. Dejar enfriar en el mismo recipiente.
Fuente de sabiduría, buenos consejos e inspiración: Los secretos de las confituras, de Georgina Regàs i Pere Castells.
Si te gustan los desayunos dulces puedes probar este surtido:
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