Como ya sabéis, casi todo se puede croquetizar (al final del post hay algunas propuestas interesantes que incluyen verduras, legumbres y arroz), así que esta vez le ha tocado a estos calamares en su tinta. El color es la nota especial, pero lo que te gana de esta croqueta es su sabor, en el que domina con protagonismo el calamar. Así que, presentado como tapa en un aperitivo, o como entrante, no va a dejar a nadie indiferente. Que aproveche!
Ingredientes
- 350 g de calamares
- 125 g de harina
- 600 ml de leche
- 4 chalotas
- picada de ajo y perejil
- 2 cucharaditas de tinta de calamar
- 1/2 cucharadita de nuez moscada
- 50 ml de aceite de oliva
- sal
- 2 huevos
- pan rallado
- aceite de oliva
Preparación
Lavar y escurrir bien los calamares. Podemos utilizar patas y aletas que nos hayan sobrado de otras preparaciones, calamares enteros, chipirones, calamarcitos, ... lo que tengamos.
Picarlos a cuchillo en trocitos muy pequeños y reservar.
Preparar una picada fina de ajo y perejil. Pelar y picar las chalotas.
En una sartén al fuego con tres o cuatro cucharadas de aceite sofreír la picada de ajo y perejil.
Antes de que el ajo empiece a dorar añadir las chalotas. Pocharlas durante unos minutos e incorporar los calamares, mezclar bien y dorarlos, dejando que evapore el agua que desprenden. Retirar del fuego y reservar en un plato.
Calentar el aceite de oliva en la sartén y añadir la harina. Remover bien y cocerla durante dos o tres minutos. Retirar un momento del fuego e ir incorporando la leche poco a poco sin dejar de remover hasta que se haya integrado toda en la mezcla. Hacerlo fuera del fuego ayuda a que no se formen grumos.
Volver a colocar la sartén en el fuego y añadir la nuez moscada y la tinta de calamar. Remover bien hasta lograr una pasta homogénea.
Incorporar los calamares y seguir cocinando la bechamel hasta que empiece a despegarse de la sartén.
Retirar del fuego y colocar en una fuente para que enfríe.
Formar las croquetas con la pasta preparada, en este caso pequeñas bolas redondas.
Para rebozarlas preparar en un bol los huevos batidos y en otro una cantidad generosa de pan rallado. Para un acabado crujiente y perfecto aplicar un doble rebozado: bañadas en huevo, cubiertas de pan rallado, de nuevo capa de huevo y otra de pan rallado para finalizar.
Colocar un cazo al fuego con abundante aceite de oliva (lo mejor es que las croquetas puedan quedar cubiertas mientras se fríen). El aceite tiene que estar muy caliente (180ª) y freír pocas unidades cada vez para que se mantenga la temperatura.
Colocar la croquetas en el aceite con ayuda de una espumadera e ir removiéndolas con cuidado para que se doren uniformemente y no se quemen por abajo. Retirarlas, escurrirlas y colocarlas sobre papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
Servir calientes con alguna salsa para acompañarlas, una mayonesa especiada, un alioli suave, ... En este caso hemos elegido una salsa romesco.
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Me encantan, y además del sabor que intuyo la forma redonda me gusta mucho, bocaditos de cielo, jeje, besos!
ResponderEliminarUnas croquetas cuanto menos sorprendentes por su color y sabor y es que tienes razón croquetas se pueden hacer de todo.
ResponderEliminarBesos!