Lo de natural es por el color, ya
que ese precioso púrpura no se debe a un colorante alimentario, si no
que es responsabilidad de algo tan sorprendente y humilde como la
remolacha, que además queda incorporada al bizcocho y matiza su sabor. Para la cobertura he optado por una crema de mascarpone, más suave para mi gusto que otros quesos frescos.
La técnica y algunos consejos impagables me los ha inspirado SandeeA y su blog La receta de la felicidad.